Las neuronas espejo fueron descubiertas por un grupo de investigadores que tenían como fin de terminar el funcionamiento de las neuronas motoras en una región de la corteza en los macacos de entre ellos el neurobiólogo Giacomo Rizzolatti en 1996. Son un grupo de neuronas motoras y sensoriales también denominadas especulares o copionas. Se ubican en la corteza premotora en el lóbulo pariental posterior en el surco temporal superior y en la ínsula.
Este tipo de neuronas permite el "contagio" del bostezo, el llanto, sentir dolor o una empatía extrema por alguna situación como una herida por mencionar algunos. Se activan desde el nacimiento y permiten a los recién nacidos imitar los movimientos de los adultos que los rodean y a partir de esto, ellos pueden aprender por lo que su función es de vital importancia para el desarrollo y la independencia de ellos. También permiten llevar a cabo una simulación de acciones antes de que estas se realicen.
Algunos expertos dicen que no solo permiten la simulación y la imitación a nivel motor sino que son capaces de hacerlo a nivel sensorial y emocional con otros seres humanos. En algunas zonas cerebrales vinculadas a las emociones se ha detectado que se activan de igual manera cuando el sentimiento es interno y externo, por ello, hay personas que aseguran que esto hace que la empatía surja en los seres humanos.
El aprendizaje es uno de los principales procesos mentales que lleva a cabo el ser humano pues implica el entendimiento del mundo que le rodea entre muchas otras cosas. Por ello los expertos que han llevado a cabo investigaciones relacionadas al vínculo entre este proceso y las neuronas espejo aseguran que los niños aprenden por imitación (funcionamiento que permiten las neuronas espejo) en los primeros años de su vida por lo que la estimulación temprana juega un papel muy importante en el desarrollo biopsicosocial de ellos.
A pesar de los argumentos que se han dado, no existe un consenso en la comunidad científica que avale estos procesos por lo que las investigaciones continuarán por muchos años hasta que se determine o no las implicaciones de ellas en el desarrollo de los primeros años de vida de los seres humanos o en edades más avanzadas.
Si quieres aprender más sobre este tema y otros de interés, te invitamos a participar en el Congreso Mundial de Estudiantes de Psicología en el que además de aprender, tendrás la oportunidad de interactuar con destacados empresarios, académicos e investigadores que con mucho gusto habrán de compartir contigo sus experiencias y conocimientos y por qué no, algunas claves de éxito.
También, conocerás Cancún, Quintana Roo, uno de los lugares turísticos más representativos de México. ¡Qué mejor lugar para divertirse, intercambiar ideas y sobre todo convivir!
Dr. Mario Vestfrid, profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de La Plata y Presidente de la Fundación Argentina de Neurociencias y Ciencias Cognitivas (FUNDANYCC).
En el año 1996, Giacomo Rizzolatti trabajaba con Giuseppe di Pellegrino, Luciano Fadiga, Leonardo Fogassi y Vittorio Gallese en la universidad de Parma, en Italia. Estos científicos habían colocado electrodos en la corteza frontal inferior de un mono macaco para estudiar las neuronas especializadas en el control de los movimientos de la mano: por ejemplo, asir objetos o ponerlos encima de algo. Durante cada experimento, registraban la actividad de sólo una neurona en el cerebro del simio mientras le facilitaban tomar trozos de alimento, de manera que los investigadores pudieran medir la respuesta de la neurona a tales movimientos 7 Así fue que, como ya ha ocurrido con muchos otros descubrimientos, las neuronas espejo fueron encontradas por casualidad
Los seres humanos nacemos dotados de mecanismos que nos permiten imitar acciones. Los bebés, con apenas unos días de vida, son capaces de imitar expresiones faciales y, al cabo de unas semanas, ya pueden manifestar emociones básicas como la felicidad o el enfado. En el caso de los adultos también se imitan conductas básicas, aunque de forma más selectiva y con menos frecuencia, dado que los mecanismos inhibitorios del cerebro se encuentran en los lóbulos frontales y sabemos que no se desarrollan hasta las primeras etapas de la edad adulta.